Hemeroteca.
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Érase un pueblo que le costaba sonreír.

Por el año 1930, el dentista Weston Price (1870 – 1948) estudio muchas razas “primitivas” de todo el mundo. Descubrió que cuando sustituían su dieta tradicional por otra “moderna” − harina y azúcar refinadas, arroz sin cáscara, etc. − en una sola generación se producía una degeneración dental hasta entonces desconocida.

Una nueva Biología, para una nueva sociedad.

Con la utilización, en la década de los 70, de la técnica del ADN recombinante, nació lo que hoy se conoce como “ingeniería genética” (denominación que discutiremos más adelante). Un nacimiento rodeado de controversias e inquietud. Comprendieron que existía la posibilidad de que un error, o incluso una acción deliberada, condujese a la aparición de nuevos virus y bacterias patógenos, dada la plasticidad y capacidad natural de recombinación de su material genético.

La función de los virus en la Evolucíón.

La llamada “revolución molecular” producida en los últimos veinte años, ha aportado una gran cantidad de información detallada sobre la estructura y función de los últimos componentes fundamentales de los procesos biológicos. Los, a veces, espectaculares hallazgos especialmente de la genética molecular y del desarrollo, alcanzan una resonancia en los medios de comunicación que raramente se concede a cualquier otra materia científica. Sin embargo, resulta sorprendente (o tal vez no) que una ciencia tan pujante (incluso tan “de moda”), se haya convertido en una acumulación de datos, cada vez más minuciosos y, al mismo tiempo, cada vez más desconectados entre sí, incluso contradictorios en muchas ocasiones.

ADN, la molécula milagrosa.

A muchos biólogos, o quizás sea mas exacto referirnos a ciertos biólogos, nos produce una gran inquietud la deriva, al parecer irreversible, que está tomando la investigación biológica. Transformada en “gran Ciencia”, está pasando de ser fundamentalmente una parsimoniosa actividad realizada en mas o menos modestos laboratorios entre animales, plantas, microorganismos y libros a una vertiginosa carrera competitiva llevada a cabo en complejas instalaciones dotadas de costosísimos y sofisticados aparatos destinados a descifrar y manipular apremiantemente los secretos de la vida.

El futuro de la Biología, el futuro de la Humanidad.

La Biología ha sido calificada como “la ciencia del Siglo XXI”. Los grandes medios de comunicación no se cansan de informarnos de los grandes logros que se esperan de las nuevas aplicaciones derivadas de los progresos en la manipulación de los fenómenos naturales, de la información genética, o de la “creación” de bacterias y virus

El retorno de la Naturaleza.

El primer síntoma de la ruptura de la armonía de los seres humanos con la Naturaleza se puede identificar con el establecimiento de un modo de vida sedentario, es decir, el nacimiento de las acumulaciones de población en núcleos urbanos de mayor o menor tamaño, alrededor de 10.000 años atrás. Pero en este caso, la parte más perjudicada no fue la Naturaleza, sino los seres humanos. La convivencia con animales domésticos (lo que incluye ratas y ratones), la falta de higiene, el consumo de agua en malas condiciones y los ocasionales períodos de hambre ocasionados por las malas cosechas comenzaron a producir las zoonosis, las primeras enfermedades infecciosas consecuencia de la ruptura de las condiciones naturales de humanos y animales. Este cambio en el modo de vida también propició la ruptura del equilibrio en las relaciones humanas: la acumulación de bienes no esenciales y el nacimiento de la riqueza (las desigualdades) y el poder y, como consecuencia, el comienzo de las guerras.

Lamarck y la venganza del Imperio.

La muerte científica de Lamarck no fue una muerte natural. Su hermosa concepción de la Naturaleza como algo vivo, y de la vida como un proceso por el que los organismos y el ambiente se construyen mutuamente chocaba contra el determinismo, contra la extrapolación ideológica cuya pretensión era justificar lo injustificable. La reducción de la vida a procesos moleculares mecánicos y del hombre a “secuencias de genes definidores” con la pretensión de cambiarlos a voluntad tampoco tuvieron un nacimiento natural. Y el azar exculpatorio no pone límites a los intentos más descabellados de dominar a la Naturaleza de los que se consideran dotados por la “Ley cósmica de la evolución” para dirigir los destinos del Mundo. El Imperio mató a Lamarck, y al mismo tiempo mató a la Biología.

¿Qué son los genes?

¿Qué son los genes? ¿Qué idea se ha implantado (nos han implantado) a los científicos y a la sociedad sobre el carácter de la herencia de nuestros rasgos físicos, de nuestra naturaleza, incluso de nuestro comportamiento? Es decir, ahí, en el ADN, está todo lo que somos, desde nuestro aspecto hasta nuestro cerebro. La frase “lo lleva en los genes” ha pasado a formar parte del vocabulario coloquial, especialmente si la persona que la pronuncia se tiene por culta. Pero, ¿qué hay detrás de esta forma de ver la realidad denominada determinismo genético?

La pesadilla de los transgénicos.

La diversidad de los cultivos de todo el Mundo se está reduciendo a un ritmo de “extinción masiva”. Según informes de la FAO, en el último siglo se ha perdido el 75% de las variedades agrícolas que se cultivaban habitualmente. Desde el punto de vista ecológico, la pérdida de variedad en cultivos disminuye la capacidad de resistencia y adaptación a los cambios climáticos y a las enfermedades. Es decir, la Humanidad se puede enfrentar, en pocos años, a una crisis alimentaria global.

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